Democracia y poder ciudadano

Por: Filósofo y Mtro. Víctor Manuel Rayas Rodríguez

rayas_v@yahoo.com.mx

Cometería pocos errores al afirmar que las masas ciudadanas carecen de los elementos necesarios para mirar por el bien público. Dado que la mayoría de las veces se trata de conglomerados, que en muchos de los casos se caracterizan por la ignorancia de las circunstancias contextuales, hoy particularmente heterogéneas. Comúnmente vemos grupos de ciudadanos tomar las calles y manifestarse por la carencia de un servicio público, y descubrimos con tristeza que las soluciones que anhelaban alcanzar se reducen a la nada cuando, ante una primera incitación, abandonan la razón y se dejan llevar por las vísceras… y todo termina en un zafarrancho…

Ya desde la época de la antigua Grecia, Platón en su libro La República, presenta a la masa popular semejante a un animal esclavo de sus pasiones y sus intereses pasajeros, sensible a la adulación, sin constancia en sus amores y odios; confiarle el poder es aceptar la tiranía de un ser incapaz de la menor reflexión y rigor (Zavalza, parra:3). Con cuánto dolor sufrió Platón, el hecho de ver morir a su maestro Sócrates  por una decisión democrática  ¡pero injusta! Si las masas son pues, manejadas por quien tiene el poder ¡Cuánto daño, podrían causar!

Creer de forma ciega en la democracia o aplaudir una democracia como un “mayoriteo” carente de virtudes, son dos actitudes que limitan el alcance de una verdadera participación de los ciudadanos. Frente a estas tendencias, encontraremos a todos los ciudadanos que niegan la democracia, por la falta de representatividad y la falta de repercusiones positivas que promuevan la calidad de vida de las mayorías.

En México se ha desconfiado de la clase política, el pueblo ha rechazado de forma constante a esta clase de servidores públicos. ¿A quién le interesa que exista un desánimo por la vida política?  La respuesta según Fernando Savater es la clase política; el cinismo –dice el escritor español-, afirma que ‘todos los políticos son iguales, no hay forma de cambiarlo´, está normalmente fomentado por los propios políticos interesados en que se dé por el hecho que la corrupción y la falta de participación sean cualidades fatales imposibles de solucionar”. (1998:27). Así es, el clavo está en convencer a la ciudadanía de ya no participar, de sólo estar dispuesto a recibir.                                                    

El hecho de encontrar estas desventajas de la democracia de masas ignorantes, nos reclama el interrogante de saber cómo hacer para que un pueblo pueda participar en la toma de decisiones, en la planeación y en las intervenciones. “Se requiere que los ciudadanos conozcan los principios de la justicia natural y los derechos esenciales del hombre que están condensados en las leyes, pero, asimismo, deben saber distinguir entre la abnegación de la razón y la sumisión que se debe a las leyes” (Guevara, G. parra 17). En México, desgraciadamente, se carecen de estas virtudes: esfuerzo para razonar y cumplimiento de la ley. Y por si lo anterior fuera poco, la pluralidad ciudadana de nuestras ciudades posmodernas, limita los diálogos entre ciudadanos o entre ciudadanos con sus respectivas autoridades. Por eso, es más importante educar en el verdadero espíritu democrático de todos los ciudadanos, incluyendo a los más pequeños.

Educación democrática

Se vuelve contradictorio e infructífero todo intento de, por un lado, educar sobre la vida democrática y por otro, caer en la rutina autoritaria que contradiga el diálogo y la esperanza ante una situación.   Siendo sinceros, los padres de familia no vivimos, ni promovemos la democracia al interior de la familia; ni las instituciones educativas en las escuelas, educan con el ejemplo si se trata de democracia.

¿Qué tipo de educación debe realizarse en la ciudadanía? ¿Desde cuándo? Al parecer es importante destacar el punto referente a la conciencia de grupo. Touraine, en su obra ¿Qué es la democracia? (2000) Nos muestra que el camino es la responsabilidad de los ciudadanos por su país. “Si los ciudadanos no se sienten responsables de su gobierno, porque éste ejerce su poder en un conjunto territorial que les parece artificial o ajeno, no puede haber ni representatividad de los dirigentes ni libre elección de éstos por los dirigidos” (pp. 99).

En la mente de los niños se debe sembrar el amor a una identidad común, y a una vida en común. “El espíritu democrático forma una conciencia colectiva, mientras que los regímenes autoritarios se asientan sobre la identificación de cada uno con un líder, un símbolo, un ser social colectivo, la nación en particular”  (Touraine, 2000:109). Es por lo mismo un engaño, aquello que pareciendo una democracia, en realidad se trata de un caudillismo, un populismo o un nacionalismo infundado, o fundado en mitos históricos.

Le democracia debe enseñarse como un valor procesual, no como un punto de llegada. Se debe ir haciendo en base a la discusión, al diálogo, al estira-afloja. “La democracia es más un trabajo que una idea” (Touraine, 2000:109). Ahí dónde hay ruido, hay libertad democrática, por el contrario, donde las cosas parecen en paz, reina el autoritarismo.

A los niños se les debe educar para el análisis objetivo, el debate argumentado y la convicción fundamentada. Es necesario bajarle las horas a la televisión, que nos vuelve acríticos y asociales.

Touraine nos cometa que  “La democracia se apoya sobre la idea de conflicto social, pero es incompatible con la crítica radical de toda sociedad” (pp. 101). Todas aquellas manifestaciones sin sentido, sin dirección; aquellas manifestaciones emocionales, no nos hacen más democráticos.

Por último, es bueno abrir el tema de los grupos intermediarios asociativos, que hacen presente la democracia en la sociedad, de forma más preparada, administrada y evaluable. Es la sociedad civil la que le da el aspecto científico a los ideales democráticos. Arditi (2005: 34), afirma que “luego de viajar durante varios años por el desierto de la teoría social y filosofía política, la sociedad civil parece haber encontrado su tierra prometida: el asociativismo, con su más fiel representación en las ONG’s. Cierto, sin embargo, vivimos en México un rechazo de la jerarquía política reinante a los grupos de la sociedad civil por considerarlos como antigubernamentales. Termino diciendo que en la educación civil y democrática debemos disminuir las polarizaciones, aumentar los diálogos, confiar en las asociaciones y promover las estructuras ciudadanas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Arditi, B. (2005). ¿Democracia post-liberal? España:Anthropos

Savater, F. (1998). Etica, política, ciudadanía. México : Grijalvo.

Touraine, A., (2000). ¿Qué es la Democracia?.(2ª ed.) México:Fondo de Cultura Económica.

Zavalza, C. ¿Por qué Platón criticaba la democracia? Descargado el 26 de mayo de 2010 de  http://www.zavala.de/carmen/PlatonCriticaDemocracia.htm

Guevara, G. La educación del ciudadano y el civismo. Descargado el 26 de mayo de 2010 de http://www.ife.org.mx/documentos/DECEYEC/democracia_y_educacion.htm#v

Autor: Jaime Gómez Castañeda

Doctor en Ciencias del Acompañamiento Humano, Psicólogo, Psicoterapeuta, Tanatólogo, Académico (Universidad de Guadalajara), escritor, conferencista, Podcaster, Booktuber.

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