
Mi teléfono timbró a las 10:17 am de algún día de noviembre. Identifiqué el nombre y contesté:
-Hola ¿cómo estas Aurora?
-Jaime necesito que adelantar mi terapia, estoy en crisis, ¡me siento totalmente de la chingada! ¡no puedo más ¿Podemos tener la sesión en una hora?
-Si, desde luego, pero adelántame algo ¿qué ocurre?
-Siento que hasta aquí llegué, ¡quiero largarme de este mundo ya!
-Aurora, ¿puedes trasladarte al consultorio en 15 minutos?
-Si Jaime ahora subo a la moto.
-Ok, te veo en el consultorio, verás que encontraremos alternativas.
-Va, adiós…
Tomé las llaves del coche y en 10 minutos ya estaba abriendo la puerta del consultorio. Eran las, 10:30 am y estaba listo para recibir en un lugar seguro y confiable a mi paciente Aurora. La historia de Aurora tenía el sello de una familia disfuncional integrada por un padre alcohólico y una madre entregada al machismo de su esposo. Aurora era la hija número 2 de tres hermanos: el primero, Josué embarazó a la novia de 17 años y se fue de la casa cuando tenía apenas 18 y, Samuel, un joven que sostenía su alcoholismo con lo poco que ganaba de la cosecha del jitomate. Samuel y su padre nunca la han llevado bien, continuamente sostenían pleitos iniciados por el reclamo del maltrato físico y psicológico que su padre hacía frecuentemente a su madre. Aurora, de 23 años, empleada de una tienda de ropa, era explotada económicamente por sus padres y acosada sexualmente por su empleador. Aurora nunca ha dicho una sola palabra de esa situación a nadie, más que a mí.
Tenía aproximadamente 2 meses atendiendo a Autora y no era la primera vez que experimentaba pensamientos suicidas. Hace 22 días me externó que no sabía qué hacer con su vida, sentía un fuerte impulso a deshacerse de su existencia.
Aurora entró al consultorio rápidamente. Se quitó el casco que protegía su cabeza y sobre la marcha dijo:
-¡Ya Jaime, hoy quiero matarme, desaparecer! Estoy harta ¡De verdad, quiero matarme!
Vi en su mirada la sombra oscura de la angustia, en sus ojos, el llanto del miedo y en su cuerpo la voz del pánico desbordado.
-Toma asiento por favor, Aurora.
Aurora se quitó los zapatos y se sentó en la alfombra recargándose en la pared.
-Aurora: sabes que estoy a tu lado y no te dejaré pasar este momento sola. Te acompañaré hasta donde vayas… Cierra tus ojos por favor. Elige una posición corporal que te haga sentir cómoda… …Ahora, identifica tu respiración, ponle atención por favor. Quiero que te des cuenta cómo está tu cuerpo en este momento… Háblame… ¿cómo te estás sintiendo?
-Mi cuerpo está inquieto, acelerado, siento mi corazón latir fuerte y mi respiración está también acelerada.
-Aurora, pon atención a lo que te diré: inhala lento y profundo por tu nariz y reten el aire por 5 segundo, luego, expúlsalo lentamente por tu boca. Repite este ejercicio 3 veces…
-… … …
-Muy bien Aurora. Pon atención a tu respiración nuevamente y detecta si hubo cambios en la disminución de tu ritmo cardiaco.
Aurora, asiente con su cabeza.
-Ahora, lleva la palma de tu mano derecha a tu corazón y pon encima de ella la palma de tu mano izquierda. Te pido, por favor, que seas compasiva con tu corazón. A través de tus manos, dile que estás con el y que no lo abandonarás en estos momentos… …agradécele a tu corazón los años que ha hecho latir tu vida, aún sin que tú te des cuenta.
Aurora comienza a llorar intensamente. Se ve cómo su estómago hace grandes espasmos que estremecen su diafragma y pulmones, llegando hasta la cavidad bucal expulsándose en forma de bocanadas de aire con llanto y mucosidad en las fosas nasales.
Ahí estaba Aurora, haciendo contacto con sus miedos más angustiantes y dejando salir la idea suicida que había poseído a su cuerpo y mente.
Mientras fluían las emociones atrapadas, sólo mantuve una actitud de acompañamiento respetuoso y aceptación incondicional.
Cuando terminó el llanto, Aurora respiró profundamente al mismo tiempo que abría sus ojos. Me miró y sonrió un poco.
– ¿Cómo estás Aurora? ¿cómo te sientes?
-Me siento mejor. No te había comentado, pero sentía un tremendo nudo en la garganta y ahora ya no está. Me siento más ligera de mi cuerpo y descansada, pienso que me ayudó mucho llorar. Hacía mucho que no lloraba tanto.
– ¿Qué hay en tu mente Aurora? ¿Siguen rondado las ideas…?
-No, ya no. Me siento tranquila y agradecida con la vida que late en mi corazón. Pienso que a pesar de todo lo que he vivido y me pasa, creo que puedo avanzar y superar todo lo que me pasa.
-Te creo Aurora, y quiero decirte que caminaré contigo a lo largo de esta etapa que vives.
-Gracias…
-Muy bien. Hemos detenido una implosión, ahora podemos explorar cómo apareció la crisis. Platícame, Aurora ¿cómo fue que se detonó esta crisis ¿quieres compartírmelo?
Estimada lectora/or, la conducta suicida es uno de los comportamientos más estudiados en el mundo y hay diversas alternativas para abordarlo terapéuticamente. Debo compartirle que aún no hay un acuerdo en el reconocimiento de las causas principales que originan este fenómeno, por lo que se le ha catalogado como un padecimiento difícil de identificar y a veces, de erradicar.
Definitivamente, trabajar y fortalecer las habilidades para la vida, como: la autoestima, comunicación asertiva, el estrés, manejo de emociones, relaciones interpersonales puede convertirse en un factor protector para prevenir la conducta suicida.
Le recuerdo que Los relatos del consultorio son historias ficticias, pero con intervenciones psicoterapéuticas reales, creadas por su servidor y sustentadas en la psicoterapia Guestalt.
Hasta la próxima, Nota del Autor.
Me encanta la forma tan suave y gentil con la que expresas tus ideas Jaime. Tu mensaje es fuerte y tan claro que me parecia estar presente en tu consultorio.
Realmente es un gusto leerte.
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Muchas gracias por tus palabras José Clemente. Tus comentarios me animan a seguir escribiendo, cosa que disfruto mucho hacer. ¡Saludos y un abrazo!
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Relato bello y hasta cierto punto tranquilo a pesar del tremendo tema. Me gustó mucho el ritmo y el desenlace. Me parece además que está muy interesante. Saludos.
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Muchas gracias Ana por consultar este contenido, me motivan tus palabras ya que te considero una gran escritora, que por cierto no he leído tus recientes publicaciones por exceso de trabajo. Prometo leerte. Un abrazo!
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Felicidades, a esto le llamo responsabilidad con el bienestar de la sociedad a través de la redacción y la lectura, y hacerlo de una forma tan sutil y efectiva lo hace único. Gracias por compartir.
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Muchas gracias Alvaro por tus palabras. En verdad, me motivan a seguir escribiendo esta línea temática.
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Me encanta la forma sencilla y natural con que te enfrentas a esa realidad tan delicada y frágil como son los sentimientos desequilibrados de las personas traumatizadas. Es un don de agradecer porque eso va más allá de la ciencias y el saber. Gracias por compartir
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Muchas gracias leer este contenido Mary Carmen. Me parece muy acertada tu opinión respecto al fenómeno suicida, hay situaciones que van mucho más allá de la ciencia y el saber. Un abrazo!
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