
El martes pasado, después de pasar la glorieta que distribuye las carreteas al: El Grullo, la costa de Jalisco, la ciudad de Guadalajara y, por supuesto, mi ciudad de Autlán, tomé la calle Constitución como un acceso para llegar al parque La Alameda y disfrutar un momento de convivencia familiar, caminando, disfrutando del acompañamiento de otros conocidos o desconocidos que se reúnen ahí para salir del sedentarismo y conseguir esa sensación de estar en masa con otros homos sapiens curiosos.
La calle Constitución es un referente importante en Autlán de Navarro. Cuando se toma como yo lo hice, al comienzo de la misma, del lado izquierdo, está el Panteón de la Soledad y, a unos metros más, por enfrente, está el Hospital Regional de Autlán; por esa misma acera, a poco más de cien metros, se encuentra la Taquería Carlos Jr.
Así pues, ya incorporado en la calle Constitución y mi mente enfocada en la conducción de mi auto, pasé el Hospital Regional de Autlán y de inmediato me centré en disminuir las revoluciones de mi coche para pasar el tope de inicio de manzana -esta pausa obligatoria en la vialidad está exactamente entre un vivero y una florería-. Cuando el rodado trasero bajó del tope, mi mente y sensaciones corporales cambiaron de atención drásticamente. Recordé que estaba en la ruta exacta para llegar a la Taquería Carlos Jr. En un zigzag rapidísimo -de frente a diagonal- mi vista enfocó a la Taquería y mis sensaciones bioquímicas se alteraron aún más. Los que manejamos autos estándar, sabemos que, después de pasar un tope, lo más conveniente es que avances en primera velocidad; en aquella ocasión así lo hice y, de manera intencional, continué lentamente, sin cambiar a segunda posición, con la intención de enviar un primer mensaje a la familia de próxima parada.
A unos treinta metros de la Taquería Carlos Jr., parte de mi familia iba sumergida en sus dispositivos electrónicos, entonces, me sentí obligado, más por mi hambre ya desbordada, a hacer la pregunta que todo padre de familia hace cuando desea ser acompañado en una cena urbana: ¿tienen hambre? E inmediatamente después, casi sin haber recibido una respuesta, lancé la segunda pregunta lógica que no permite alternativas: ¿Quieren tacos? Mis hijos experimentaron una desconexión abrupta con sus dispositivos y dijeron, casi en coro: ¡si! Al instante, al mismo tiempo que iba inhalando profundamente, mi cara dibujaba una sonrisa. Ya tenía la atención de mi familia y todos estábamos sincronizados en la misma frecuencia: llegar a la Taquería Carlos Jr. a degustar parte del menú.
La Taquería Carlos Jr., cuyo propietario y amigo es el Señor Carlos Medina Ponce, tiene una larga historia, de la cual, compartiré solo un fragmento.
En doce años Carlos aprendió el oficio del taquero de la mano de su papá Carlos Medina Zavalza (+), un hombre disciplinado, trabajador, de carácter fuerte y con un lenguaje bastante folclórico que, quienes le conocimos, nunca se nos hizo fuera de lugar, al contrario, su lenguaje era parte de la atención al cliente y hacía mucho más agradable la ingestión de sus tacos, pues mientras atendía a su clientela, nunca faltaba una ocurrencia o maltratada. Ahora, Carlos me comenta con muy buen humor que, en su etapa de entrenamiento de Taquero -que inició a sus once años-, su papá le gritaba muchas veces y le enseñó a no ser un “flojo”. Así mismo, dice que, “Los gritos te enseñan”, “al final por algo te grita tu papá, a veces hay maneras de ellos de compartir el cariño de esa manera”, “cuando eres chiquillo no entiendes, cuando eres grande ya entiendes”.
Carlos dejó de ayudar a su papá en el puesto porque consiguió otro empleo y se casó con Ofelia (Ofe). Después logró una licencia para abrir una lonchería en Escuela Preparatoria Regional de Autlán. A la fecha, son 21 años de trabajar en la lonchería que él denominó “La Prepa”. Pero el oficio de la taquería no pasó al olvido. Carlos monta su puesto de tacos desde hace 18 años en el famoso Carnaval Autlán, exactamente donde topa la calle Álvaro Obregón con Bárcenas, digamos, en lenguaje carnavalesco, en el mero corazón del “callejón del vicio”, ubicación perfecta para la vendimia. Reza el dicho: “lo que bien se aprende, jamás se olvida”, Carlos combinaba su trabajo en la preparatoria con la venta de tacos en el Carnaval.
Desde marzo de 2020, la preparatoria cerró por causa de la pandemia Covid-19, lo que puso a reflexionar a Carlos en cómo sostener a su familia, ya que su principal fuente de ingresos provenía de la lonchería “La prepa”. A Carlos, se le puede considerar como una copia de su padre, pero en versión actualizada. Es disciplinado, limpio, atento, responsable, tenaz, optimista, trabajador, amable, ahorrador, organizado, respetuoso, franco, valiente, justo, incansable, y también lleva en su ADN lo dicharachero de su padre -eso incluye el lenguaje folclórico del que hablé hace unos párrafos, pero en menor intensidad-. En lo que tengo de conocerlo, jamás he escuchado una ofensa a sus hijos, al contrario, los consiente, los lleva de vacaciones y cada día forja en ellos, junto con Ofelia, la disciplina para el trabajo y la superación académica. Teniendo en mente a ese Carlos y su esposa Ofe, no había ninguna duda en que iban a salir adelante, siempre adelante. Fue entonces que, un día, en medio de la pandemia, decidieron abrir formalmente un local comercial para instalar su marca Taquería Carlos Jr. en Calle Constitución 360 A, La Calma, 48900 Autlán de Navarro, Jal. Me di cuenta de este acontecimiento porque a mi teléfono celular llegó un mensaje del mismo Carlos, difundiendo la apertura de su taquería. Sentí mucho gusto por esa iniciativa emprendedora. Comenta Ofe que, también ofrecieron servicio a domicilio pero que, en pocos minutos, después de haber abierto, se saturó el teléfono y tuvieron que suspender el servicio por varios días. No se daban abasto a atender tanta gente.
Pues bien, retomo mi llegada a la Taquería Carlos Jr.
– ¡Qué tal Carlos, Ofe, buenas noches!
– ¡Buenas noches, maestro!
Le dije a mi esposa…
-Casi no hay gente, ay que aprovechar.
-Si maestro, afortunadamente, gracias a Dios, nos ha ido bien.
-Carlos, te veo más relajado…
-Si maestro, estoy en lo mío, disfruto este oficio como no tiene idea.
Al fondo del puesto, se les ve a sus hijos trabajando de manera coordinada, uno atendiendo el teléfono, empaquetando los tacos para llevar, otro, tomando los pedidos a los comensales, cobrando y dando cambio. Dos integrantes más, se encargan de servir tacos y atender otras funciones. Todos portan su uniforme, además, ponen en práctica todas las recomendaciones sanitarias para la prevención del Covid-19.
-Carlos, me gustaría publicar algo sobre tu taquería ¿me autorizas?
– ¡Claro maestro desde luego!
-Gracias Carlos. Quisiera tomarles una foto, ¿se puede?
-¡Si cómo no!
Carlos pide a su equipo posar para la foto

Dice mi esposa que el secreto de esos tacos son las salsas. Yo, como buen contreras que soy, le digo que son perfectos, todo hace que sean un milagro para el paladar, esto incluye: la atención, el servicio, la higiene, el precio y la sazón. En Taquería Carlos Jr. si quieres improvisar una conversación, siempre encontrarás en Carlos a un interlocutor espontáneo y ocurrente para hacer tu espera más agradable.
de los mejores tacos del mundo

Cabeza, aldilla, lengua, labio, sesos, cachete…
Teléfonos: 317 108 1163 – 3171233932
No siempre puedo, pero cuando te leo, disfruto mucho con el hermoso lenguaje que tienen allá: la forma de expresarse, los giros de las palabras, la cadencia tranquila de tu historia, como si tu mundo se detuviera … Una vez vino a España de visita un amigo mexicano y lo primero que dijo fue: «no entiendo por qué vais tan deprisa, hay que tomarse todo con mucha más tranquilidad.» Y ésa es la tranquilidad que leo en tu relato, y no puedo por más que envidiarte.
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Muchas gracias Ana Luz por tus palabras, me alargan y siguen impulsando a continuar escribiendo. Al igual que tu, también disfruto bastante como escriben mis amigas (os) españoles. De todos aprendo y poco a poco mejoro mi estilo. Gracias nuevamente por leer mi estimada Ana Luz. Un abrazo
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Jaime, es lo primero que leo de tu blog y veo que es un placer leerte. Una pena no poder acercarse a la Taquería que también relatas. Poco a poco iré leyendo tu blog, pues me ha parecido que todo lo que compartes es muy interesante.
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Muchas gracias Rosario por la lectura. Espero podamos hacer algún proyecto en común. Un abrazo!
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Felicitaciones por la reseña, Jaime. Me da gusto que esta familia de taqueros sigan la tradición, fomentando el trabajo , la disciplina y demás valores que confluyen en este oficio. Muchas gracias por compartir.
El sáb, 8 de may. de 2021 a la(s) 18:36, Nota del Autor ( comment-reply@wordpress.com) escribió:
> Jaime Gómez Castañeda posted: » El martes pasado, después de pasar la > glorieta que distribuye las carreteas al: El Grullo, la costa de Jalisco, > la ciudad de Guadalajara y, por supuesto, mi ciudad de Autlán, tomé la > calle Constitución como un acceso para llegar al parque La Alameda » >
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Gracias por la lectura. Un relato para guardar un poco de historia sobre esa familia famosa de taqueros. Un abrazo
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