Desde ayer, me siento disminuido,
desmembrado emocionalmente,
con recuerdos que vienen y van.
Me descubro sorprendido, una vez más,
por la visita de la muerte en mi familia.
Querido “Jóse”, “Gordo”, “Chema”,
quería que fuéramos ancianos, algún día,
y reunirnos, otra vez, en la presa de San José de Ávila.
Nuestros hijos estarían ahí,
sonriendo por las anécdotas vividas.
No será.
Ya te extraño. Te extrañamos profundamente.
Ahora que el ángel de la vida eterna te ha llevado,
encuentra a los tuyos y a los nuestros allá,
diles que somos felices, como lo fuiste tu.
Nosotros, nos las arreglaremos para continuar.
Costará… pero aprenderemos.
Seremos pacientes, para algún día, intercambiar sonrisas
en el reino de la paz.
Tu primo hermano, Jaime Gómez Castañeda.
27/ene/2023